7 Reglas para escuchar eficazmente
1.
Concentración
En primer lugar
debemos estar concentrados en la situación que está teniendo lugar. Para ello
debemos centrar nuestra atención en el momento presente y la
persona que tenemos delante.
Nos puede
servir de ayuda concentrarnos en la respiración durante unos segundos, o
cualquier otra técnica que nos ayude a mantener la mente despejada y lista para
prestar atención.
Muchas veces
tratamos de mantener conversaciones en el estado mental equivocado, ya sea muy
alterados o muy cansados, con miles de distracciones en la habitación, dando
vueltas a una idea en nuestra mente, etc.
Todo ello hará
que sea mucho más complicado atender a lo que nos están diciendo y que
entendamos el mensaje sin malinterpretar o perdernos detalles importantes.
2. Paciencia
Seguro que
alguna vez has tenido una conversación en la que la otra persona te interrumpía
constantemente sin dejar que terminaras de exponer tus argumentos. Es molesto,
¿verdad?.
Además de ser
molesto, es imposible alcanzar algún entendimiento cuando una de las personas
(o todas), están escuchando para responder y no para entender.
Una de las
claves para aprender a escuchar es ésta. Debemos esperar siempre a que la otra
persona haya terminado su turno y exponer nuestro punto de vista solo entonces,
por varios motivos, entre ellos el hecho de que atender a todo el mensaje de la
otra persona nos ayudará a entender su postura y a elaborar mejores argumentos
para aportar y, por otro lado, porque conseguimos que la otra persona se sienta
escuchada, evitando que aparezcan sentimientos de hostilidad en ella o que
adopte una postura defensiva.
3. Incisos
De la misma
forma en que la regla anterior nos indica que esperemos a que la otra persona
termine de hablar, también es cierto que debe existir un límite para la espera,
o corremos el riesgo de que la conversación tenga un solo protagonista y nos
quedemos fuera.
Así, cuando nos
damos cuenta de que la persona no termina o no sabe cuándo terminar sus
argumentos, si vemos que empieza a dar rodeos o a repetir ideas, si vemos que
se extiende en exceso sin alcanzar una conclusión o idea clara, podemos
detenerla.
No lo haremos
de cualquier forma sino que lo haremos pidiendo permiso para intervenir, de
forma que no se interprete como un gesto de mala educación,
algo parecido a: “¿podemos detenernos aquí?”.
4. Entendimiento
Y es que todo
lo que hemos indicado arriba servirá de muy poco si, a pesar de haber escuchado
y entendido la conversación, nos mantenemos inflexibles o nos mostramos
intransigentes.
Por ello es
importante que la otra persona perciba, no solo que está siendo escuchada y
entendida sino que comprendemos su punto de vista y circunstancias, y que nos
ponemos en su lugar.
Y esto se
consigue cuando nos interesamos por lo que nos está diciendo, cuando
preguntamos por detalles o matices de lo que dice para comprenderlo mejor,
cuando la otra persona percibe que tenemos interés y disposición
reales de alcanzar un entendimiento.
5. Mirar a
los ojos
Hace poco tuve
una conversación de trabajo en la que la otra persona estaba mirando su reflejo
en un espejo que había a mi espalda, sin parar, tanto cuando ella hablaba como
cuando lo hacía yo.
Es fácil
imaginar la incómoda sensación que provoca que una persona con la que tratas de
hablar, no te mire a los ojos. El mensaje que transmite con este lenguaje
corporal es de total desinterés, tal vez de aburrimiento y, además, resulta
tremendamente grosero.
Aunque muchas
veces no nos detenemos a tener en cuenta estos detalles, lo cierto es que son
importantes para el adecuado desarrollo de la comunicación. Mantener
el contacto visual cuando hablamos o escuchamos transmite el mensaje de que
estamos dedicando toda nuestra atención a la conversación y
que estamos interesados en el tema que se está tratando.
6. Otros
puntos de vista
La mayoría de
nosotros cree tener razón cuando mantiene una conversación o discusión. Tanto
es así que ni siquiera analizamos el punto de vista del otro o nos detenemos a
comprobar cuánto de razón hay en su opinión.
Por norma
general, tendemos a menospreciar el argumento del otro, su particular punto de
vista y podemos incluso tratar de imponer el nuestro o convencerle de que es el
correcto.
Para aprender a
escuchar es fundamental partir de la asunción de que todo el mundo
tiene un punto de vista, muchas veces distinto, y razones y motivos para
defenderlo en los que cree sinceramente.
No es
suficiente con tener claro todo esto de forma superficial (“claro que cada uno
puede pensar a su manera, es obvio -pero esta persona no tiene razón-“), sino
que debemos creer en ello y no olvidarlo (“recuerda que esta persona tiene otro
punto de vista en el que cree, trata de entender sus motivos, aunque no los
compartas”). Creo que se aprecia el matiz.
7. Entorno y
actitud
Para finalizar,
no podemos olvidar que hay entornos que no son muy apropiados para mantener
conversaciones, si queremos que nos presten y prestar atención, y que debemos
cuidar nuestra actitud. Para aprender a escuchar mejor, tendremos en cuenta
también estos dos aspectos.
En cuanto al
entorno, debemos eliminar las posibles fuentes de distracción,
televisión, móvil, radio, interrupciones de personas ajenas a la conversación,
etc. Es complicado (y frustrante) que la persona a la que nos dirigimos esté
constantemente respondiendo llamadas telefónicas, por ejemplo.
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