Herodoto
(Herodoto o Heródoto; Halicarnaso, c. 484 a.C. - Turios?, c. 426 a.C.) Historiador griego, el primero del mundo occidental.
Busto de Herodoto
En los nueve libros que componen su obra, titulada Historias, Herodoto narró detalladamente el decurso de las Guerras Médicas (Grecia frente al todopoderoso Imperio persa), que terminaron con la victoria de los griegos sobre Darío el grande y su hijo Jerjes. Aunque un sentido moral y religioso orienta su relato, en el que se intercalan frecuentes excursos descriptivos y etnográficos sobre los pueblos bárbaros, ya la misma Antigüedad supo apreciar la novedad y el valor de su obra, y otorgó a Herodoto el título de padre de la historia.
Biografía
Herodoto nació en Halicarnaso (actualmente Bodrum, pequeña ciudad turca del Asia Menor) en fecha incierta, probablemente hacia el año 484 antes de Cristo. La colonia dórica de Halicarnaso se hallaba por aquel entonces bajo dominio persa y era gobernada por el tirano Ligdamis; los padres de Herodoto eran, por consiguiente, súbditos del Imperio persa, pero en sus venas corría sangre griega, y de hecho es probable que la familia perteneciese a la aristocracia de Halicarnaso.
Cuando todavía era un niño, y con motivo de una revuelta contra Ligdamis en la que murió Paniasis, tío o primo del futuro historiador, la familia de Herodoto hubo de abandonar su patria y dirigirse a Samos. Allí pudo Herodoto tener un contacto más estrecho con el mundo cultural jonio. Según la tradición, fue en Samos donde aprendió el dialecto jónico en el que redactó su obra; pero los investigadores modernos han comprobado que este dialecto era empleado también comúnmente en Halicarnaso.
Es casi seguro que, poco antes del 454 a.C., Herodoto regresó a Halicarnaso para participar en el derrocamiento de Ligdamis (454 a.C.), hijo de Artemisia, representante de la tiranía caria que dominaba en aquella época la vida política de la colonia. La siguiente fecha conocida con certeza de la biografía de Herodoto es la de la fundación, en el 444-443 a.C., de la colonia de Turios, junto a las ruinas de Síbaris. No se sabe si Herodoto formó parte de la primera expedición fundadora (que dirigió Pericles), pero sí que obtuvo la ciudadanía de la colonia.
Algunos de sus biógrafos informan de que, entre esos diez años que median entre la caída de Ligdamis y su llegada a Turios (454-444), Herodoto realizó viajes por varias ciudades griegas, en las que ofrecía lecturas de sus obras; incluso se dice que recibió diez talentos por una lectura ofrecida en Atenas, dato que hoy parece bastante improbable, aunque manifiesta la buena acogida que tuvo Herodoto en la ciudad.
Su estancia en la Atenas de Pericles le permitió contemplar el gran momento político y cultural que vivía la ciudad: en Atenas, Herodoto pudo conocer a Protagoras, abanderado de la revolución de la sofística, y a Sófocles, el gran poeta trágico que tanto influiría en su obra histórica. También en la época previa a la fundación de Turios Herodoto hizo aquellos viajes de los que nos habla en su obra: se sabe que estuvo en Egipto durante cuatro meses y que, después, fue a Fenicia y Mesopotamia. Otro de sus viajes le llevó al país de los escitas.
Todos estos viajes estuvieron inspirados por el deseo de aumentar sus conocimientos y de saciar sus ansias de saber, acicates constantes del pensamiento de Herodoto. Éste aparece a través de su obra como un hombre curioso, observador y siempre dispuesto a escuchar, cualidades que combinaba con una gran formación enciclopédica y erudita. Sus peregrinaciones continuarían después de establecerse en Turios, donde residió al menos unos cuantos años, si bien se sabe muy poco acerca de esta última etapa de su vida.
La parodia que realizó Aristofanes de la obra de Herodoto permite suponer que ésta era ya conocida en torno al año 425 a.C. Los últimos acontecimientos mencionados en las Historias de Herodoto acerca de Grecia se refieren al año 430 a.C.; se piensa que el historiador falleció en Turios entre los años 426 y 421 a.C.
Las Historias de Herodoto
La obra por la que Herodoto de Halicarnaso mereció el sobrenombre de padre de la historia no recibió de él ni el título ni la división; la división actual, en nueve libros, cada uno de los cuales aparece bajo la denominación de una musa, procede de los eruditos alejandrinos. Los cinco primeros libros describen los aspectos de fondo de las Guerras Médicas; los cuatro últimos contienen la historia de la guerra, que culmina con el relato de la invasión de Grecia por el rey persa Jerjes, y las grandes victorias griegas de Salamina, Platea y Micala.
Las Guerras Médicas y sus preliminares son, pues, el tema de esta primera gran historia narrativa de la Antigüedad. Pero si se renuncia a la simplificación, hay que advertir que la crónica de Herodoto, múltiple y compleja, es difícil de resumir: su finalidad y sus narraciones son varias y muy diferentes entre sí, por lo que, en un primer momento, cuesta ver el principio unificador de tan diversos materiales.
Herodoto
Para reunirlos, Herodoto recurrió a sus muchos viajes a lo largo del mundo conocido; de ellos extrajo sus fuentes de información y sus datos: unas veces, Herodoto recoge aquello que ha visto con sus propios ojos; otras, lo que le han contado; otras muchas, el resultado de sus pesquisas e indagaciones tras contrastar las tradiciones orales recibidas con los restos arqueológicos y monumentos o tras recurrir a los sacerdotes y estudiosos de los lugares visitados. Así, por ejemplo, su investigación sobre el mito de Hércules le llevó hasta Fenicia. Llama la atención ver cómo Herodoto va engarzando estos elementos tan distintos entre sí y cómo, en ocasiones, los recoge aun cuando, en su opinión, no son fiables: "Mi deber es informar de todo lo que se dice, pero no estoy obligado a creerlo todo igualmente" (lib. 7, 152).
Ya desde el comienzo de la obra, el propio Herodoto anuncia que su cometido es narrar los sucesos y hazañas de los hombres y, más en concreto, la guerra entre bárbaros y griegos. El núcleo central del relato es, ciertamente, la narración de las Guerras Médicas, aquellas que enfrentaron a Oriente con Occidente, pero ello da pie a Herodoto a insertar a lo largo de su obra numerosas digresiones. Éstas permitían a su público acercarse a esos países extraños y alejados, que estaban relacionados en mayor o menor medida con los persas. De esa manera, su narración no es unitaria, sino que se rompe siguiendo un principio asociativo, según el cual los distintos países y regiones aparecen en el momento en que se relacionan de algún modo con los persas.
Sin embargo, si bien estas digresiones son especialmente frecuentes en los primeros libros de la obra, se observa que disminuyen en la parte central de la misma, aquella en la que se narra el enfrentamiento entre Grecia y Persia. Se inicia entonces un relato bastante más escueto y objetivo, con un análisis e investigación mucho más detenida de los datos. Se descubre de este modo en la obra de Herodoto una gran multitud de estilos en dependencia directa con sus fuentes: para su descripción de países exóticos, Herodoto tuvo que recurrir a sus viajes y a informaciones de segunda mano, bien orales o bien escritas (como los relatos de otros logógrafos); por el contrario, para narrar la guerra, centro de su relato, Herodoto dispuso de documentos más accesibles y fiables sobre esos acontecimientos. Herodoto aúna así las dotes de un gran narrador y las de un historiador (esto es, investigador) en su intento de dilucidar la verdad a través de la maraña de sus múltiples fuentes.
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